Salón del libro

Hoy he decidido perder mi tiempo yendo al salón del libro de Ginebra. evento anual que tiene lugar en estas fechas. Normalmente ni hubiera ido si no fuese porque me regalaron un par de entradas. Como de costumbre el salón del libro carece de cualquier interés. A pesar de los esfuerzos de los organizadores por darle un aire internacional invitando a países a exponer y presentar su país. Este año el invitado era Marruecos con un pequeño pabellón muy mono. Como era de esperar el salón estaba repleto de niños, y a diferencia del año pasado no me crucé con nadie conocido. Ni conocido personalmente ni conocido como famoso... Lo que si me ha llamado la atención era la aparente reducción del tamaño del salón. Medios mas reducidos para un mismo espacio. Menos deslumbrante y mismas tonterías de siempre. Entonces porque voy prácticamente todos los años? Pues porque es una parada obligatoria al ir a Artgenève, salón internacional de arte de Ginebra que siempre tiene lugar en paralelo con el del libro. Antes conocido como art by Genève. Siempre me gusta ir a esta feria de arte. Menos concurrida que el salón del libro y con más seguridad, da esa sensación de exclusividad que lo convierte en un evento frecuentable. La novedad de este año es un ligero cambio en la disposición de los stands pero conservando un recorrido caótico y carente de cualquier sentido lógico para ver arte. Dando al principio una sensación de que el tamaño es mayor que el de costumbre, pero resultó ser una ilusión y como en donde los libros parece que ya no se invierte tanto. A eso hay que añadirle la decepción de no encontrar ninguna galería de Corea del Sur como en previas ocasiones o algún artista de origen asiático que nos cambia de la escena artística habitual. Las mismas galerías de Ginebra con los artistas habituales no podían faltar a la cita. Alguna galería parisina parecía que podía sacarme del sopor que empezaba a invadirme pero era mas de lo mismo. Lo único destacable la obra de Allan McCollum y una reinterpretación contemporánea de la muerte de Sardanapalo por Delacroix.

Por lo que decidí salir de allí e irme a dar una vuelta por el aeropuerto que se encontraba al lado. Antes me pagaban por pasear por la terminal y ahora lo hago gratis... Mientras escribo esto me tomo una copa de vino en el restaurante/lounge con vistas a la pista de aterrizaje. Parece ser un día tranquilo apenas hay aviones o pasajeros en la terminal. Veo despegar a un par de jets privados y me pregunto porque no estoy dentro de uno de ellos volando a otro lugar.